jueves, 27 de noviembre de 2008

La primera infancia y el desafío de dar una buena educación inicial

Los primeros cinco años de vida juegan un papel decisivo para el desarrollo infantil e influyen en el futuro. Los datos estadísticos reflejan en esa etapa problemas como la mortalidad infantil, desnutrición, maltrato, entre otros.
No cabe duda que los primeros cinco años de vida juegan un papel decisivo para el desarrollo infantil e influyen en el futuro de ese niño o niña. A diario somos partícipes de datos estadísticos que reflejan problemas como la mortalidad infantil, desnutrición, maltrato y/o falta de afecto, trabajo infantil, abandono, etc. Esta deuda pendiente con la infancia desnuda omisiones de una sociedad para con sus niños. En este sentido, se coloca a la educación como el antídoto indiscutible para revertir la situación.En el pasado parecía poco probable que un niño hasta los cinco años asistiera a una institución para educarlo. Eran los padres, sus abuelos, tíos, primos, vecinitos, los que desde la temprana edad constituían su mundo, espacio exclusivo para la construcción cotidiana de sus aprendizajes. Llevar a un niño/a al jardín significaba no tener otra salida, generando en sus progenitores, especialmente a la madre, un sentimiento de culpa, muchas veces reforzado por la misma sociedad. La educación inicial hasta ese momento no era considerada necesaria e importante para el desarrollo de un niño/a.Con el correr del tiempo la situación comenzó a cambiar: la mujer se insertó fuertemente en el mercado laboral y el cuidado de los niños se trasladó hacia las guarderías, hoy, jardines maternales y de infantes. El sistema educativo argentino considera a la educación inicial como una unidad pedagógica que comprende a niños/as desde los cuarenta y cinco (45) días hasta los cinco (5) años de edad inclusive, siendo obligatorio el último año. La provincia de Mendoza, avanza en este sentido, extendiendo la obligatoriedad a los dos últimos años.Promover el aprendizaje y desarrollo de estos niños/as, como sujetos de derechos y partícipes activos/as de un proceso de formación integral, miembros de una familia y comunidad; promover la solidaridad, confianza, cuidado, amistad y respeto a sí mismo y a los/as otros/as; desarrollar su capacidad creativa y el placer por el conocimiento en las experiencias de aprendizaje; promover el juego como contenido de alto valor cultural para el desarrollo cognitivo, afectivo, ético, estético, motor y social; desarrollar la capacidad de expresión y comunicación a través del lenguaje, verbales y no verbales, etc.; son algunos de los objetivos propuestos para alcanzar en nuestro país.Varios interrogantes se suscitan alrededor de la educación en la primera infancia, teniendo en cuenta que, desde el Estado, la preocupación apunta a compensar desigualdades educativas de origen social, atendiendo especialmente a los sectores más desfavorecidos de la población, obligándose y obligando a sus padres en los últimos años a incluirlos en el sistema, pero… ¿realmente estamos considerando esta etapa como una unidad pedagógica con características específicas o es la antesala de otra educación?; ¿la actividad lúdica no debería ser lo más importante en esta etapa?; ¿por qué escribir el nombre a los 4 años y los números parecieran más importante que la formación en valores?.Sin caer en absolutismos o generalidades, es prioritario revisar qué educación queremos para nuestros pequeños, entendiendo sus necesidades e intereses. Los primeros cinco años de vida juegan un papel decisivo para el desarrollo infantil e influyen en el futuro. Los datos estadísticos reflejan en esa etapa problemas como la mortalidad infantil, desnutrición, maltrato, entre otros.
No cabe duda que los primeros cinco años de vida juegan un papel decisivo para el desarrollo infantil e influyen en el futuro de ese niño o niña. A diario somos partícipes de datos estadísticos que reflejan problemas como la mortalidad infantil, desnutrición, maltrato y/o falta de afecto, trabajo infantil, abandono, etc. Esta deuda pendiente con la infancia desnuda omisiones de una sociedad para con sus niños. En este sentido, se coloca a la educación como el antídoto indiscutible para revertir la situación.En el pasado parecía poco probable que un niño hasta los cinco años asistiera a una institución para educarlo. Eran los padres, sus abuelos, tíos, primos, vecinitos, los que desde la temprana edad constituían su mundo, espacio exclusivo para la construcción cotidiana de sus aprendizajes. Llevar a un niño/a al jardín significaba no tener otra salida, generando en sus progenitores, especialmente a la madre, un sentimiento de culpa, muchas veces reforzado por la misma sociedad. La educación inicial hasta ese momento no era considerada necesaria e importante para el desarrollo de un niño/a.Con el correr del tiempo la situación comenzó a cambiar: la mujer se insertó fuertemente en el mercado laboral y el cuidado de los niños se trasladó hacia las guarderías, hoy, jardines maternales y de infantes. El sistema educativo argentino considera a la educación inicial como una unidad pedagógica que comprende a niños/as desde los cuarenta y cinco (45) días hasta los cinco (5) años de edad inclusive, siendo obligatorio el último año. La provincia de Mendoza, avanza en este sentido, extendiendo la obligatoriedad a los dos últimos años.Promover el aprendizaje y desarrollo de estos niños/as, como sujetos de derechos y partícipes activos/as de un proceso de formación integral, miembros de una familia y comunidad; promover la solidaridad, confianza, cuidado, amistad y respeto a sí mismo y a los/as otros/as; desarrollar su capacidad creativa y el placer por el conocimiento en las experiencias de aprendizaje; promover el juego como contenido de alto valor cultural para el desarrollo cognitivo, afectivo, ético, estético, motor y social; desarrollar la capacidad de expresión y comunicación a través del lenguaje, verbales y no verbales, etc.; son algunos de los objetivos propuestos para alcanzar en nuestro país.Varios interrogantes se suscitan alrededor de la educación en la primera infancia, teniendo en cuenta que, desde el Estado, la preocupación apunta a compensar desigualdades educativas de origen social, atendiendo especialmente a los sectores más desfavorecidos de la población, obligándose y obligando a sus padres en los últimos años a incluirlos en el sistema, pero… ¿realmente estamos considerando esta etapa como una unidad pedagógica con características específicas o es la antesala de otra educación?; ¿la actividad lúdica no debería ser lo más importante en esta etapa?; ¿por qué escribir el nombre a los 4 años y los números parecieran más importante que la formación en valores?.Sin caer en absolutismos o generalidades, es prioritario revisar qué educación queremos para nuestros pequeños, entendiendo sus necesidades e intereses.

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